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Al cabo de un año

 Día 365 Ya no duermo. Poco o nada fue lo que logré conciliar el sueño anoche. Me levanto de la cama y me quedó mirando fijamente mis pantuflas; se hacen grandes sobre mis huesudos pies. Arrastrándome me dirijo a la ducha, de forma queda mientras mi cabeza sigue murmurándome sobre el abandono, los divorcios, la muerte de mis familiares y los muchos desengaños que he tenido cuando he creído encontrar el amor. En el espejo del baño veo con horror mis ojeras marcadas. He bajado 20 kilos desde que soy consciente de cómo mi estado ha ido en franco deterioro. El fantasma de mi pasado aún me atormenta. La regadera expulsa el agua que me moja; yo sin inmutarme, veo un punto fijo sobre la pared mohosa; hace tiempo que no limpio el baño. Restriego mi cabeza fuertemente con el champú mientras una sed de venganza me consume repentinamente. Deseo secretamente que él desaparezca de la faz de la tierra, para no recordarlo nunca más. Ya lo he hecho desaparecer de alguna forma, llevando a cabo mi...

¿Pensamos la violencia? Digresiones en torno a la violencia desde diversas posturas filosóficas

 


Resumen

El presente artículo cuestiona ¿Cómo pensamos la violencia a partir de los problemas a los que nos enfrentamos? Considerando la coyuntura actual en Panamá, sobre los datos recogidos por el Ministerio Público a noviembre del presente año (2.022) intenta explorar las formas en que reflexionamos las diferencias entre violencia doméstica, violencia de género, violencia infantil, y cómo el problema ético de la omisión en el discurso invisibiliza una problemática social y humana a la que estamos expuestos de forma permanente.

Palabras clave: violencia, filosofía, feminismo, ser humano, discurso, Panamá, ética.

Abstract

This article asks: How do we think about violence from the problems we face? Considering the current situation in Panama, on the data collected by the Public Ministry as of November of this year (2.022) It tries to explore the ways in which we reflect on the differences between domestic violence, gender violence, child violence, and how the ethical problem of omission in discourse makes invisible a social and human problem to which we are permanently exposed.

Keywords: violence, philosophie, feminism, human being, speech, Panamá, ethic.

 

Introducción

Es preciso comenzar con la definición de violencia y de género, respectivamente, para cimentar el terreno a las futuras digresiones sobre estos aspectos, y su relación con el feminismo y la ética.

En el diccionario de etimologías chileno se indica que Violencia proviene “del latín violentia, cualidad de violentus. Deriva de vis que significa fuerza y olentus, abundancia. Es decir “el que actúa con mucha fuerza”. Verbalizándose en violare, actuar violento, agredir.”

Por otro lado, la autora Nuria Varela apunta que la violencia “Ejercida contra las mujeres, por el hecho de serlo, es una violencia instrumental, que tiene por objetivo su control…No es una violencia pasional, ni sentimental, ni genética, ni natural.”

Esta precisión conceptual se hace necesaria cuando nos enfrentamos a los términos empleados por los organismos gubernamentales para definir los tipos de violencia a considerar, cuando se realiza el conteo de las muertes por causas de femicidios, violencia doméstica, violencia contra la mujer, entre otros.

Por ejemplo, en cuanto la clasificación que se realiza para contabilizar la cantidad de delitos contra la mujer se menciona: femicidios, tentativas de femicidio y muerte violenta, más no se efectúa una aclaración a qué corresponden esas muertes violentas allí numeradas. Otro ejemplo es en cuanto a la violencia doméstica, la cual se refiere no sólo al maltrato de la mujer dentro del hogar, sino a los integrantes de dicho hogar, además de contabilizarse otro tipo de delitos como maltrato al menor y delitos contra la identidad y tráfico de menores de edad.

Lo anterior nos plantea la misma necesidad de aclarar a lo que se refiere el término género, qué nos sugiere el mismo, y de qué manera es relevante para el movimiento feminista en cuanto tal.

Muy posiblemente seguirá siendo esto una cuestión de debate, sin embargo, y sin intención de que lo que sigue a continuación sea considerado como una tabula rasa, la precisión viene a ser fundamental al tener en cuenta los datos expuestos, antes mencionados.

 

Diferencias sobre los tipos de violencia: violencia doméstica, violencia de género

Para precisar las diferencias sobre los tipos de violencia veamos el siguiente cuadro, realizado a partir de los datos extraídos del texto Feminismo para principiantes

Violencia doméstica vs. Violencia de género

Se desarrolla en el seno de las familias y puede ser ejercida por cualquiera de sus miembros y las víctimas pueden ser hombres, menores, ancianos, cualquier miembro de la familia sin distinción de sexo ni edad.

Máxima expresión del poder que los varones tienen o pretenden mantener sobre las mujeres.

Invisibiliza que las mujeres son quienes sufren la violencia, sitúa al agresor y a la víctima en el mismo nivel, por lo que niega la existencia del patriarcado e induce a confusión respecto a las cifras.

Quedó definido por Naciones Unidas en el marco de su Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.

Es la manera que tiene el patriarcado de ratificar su poder.

Tiene sus raíces en la discriminación histórica y la ausencia de derechos muchas partes del mundo sustentada sobre una construcción cultural (el género).

Agresiones contra las mujeres como fórmula para controlarlas y mantenerlas en la obediencia y su rol tradicional.

Expresión utilizada en organismos internacionales, con la que se reivindican la autoridad del pensamiento feminista donde el desarrollo de la teoría del género y el estudio sobre la violencia contra las mujeres forma parte de su tradición intelectual.

 

Está reconocida por la ONU como el crimen encubierto más frecuente del mundo.

Cuadro a partir de datos en el texto (Varela, 2008)

Luego de observar esta comparativa, son evidentes las diferencias entre violencia doméstica y violencia de género, permitiendo, por un lado, establecer parámetros específicos como es el caso de la violencia en la mujer dentro del hogar, en las niñas, y en las mujeres de edad avanzada, según el interés de tipificar el aumento o disminución de las cifras en cuanto a desarrollo en la sociedad. Por otro lado, la violencia de género, viene a ser entonces un término más abarcador en cuanto a que integra, por ejemplo, las relaciones de noviazgo o incluso, relaciones de carácter laboral, u otros.

Generalmente, estas consideraciones específicas se obvian dentro del discurso, y hasta se prestan para diversas interpretaciones que restan claridad a los objetivos que persigue, en este caso particular el movimiento feminista, entre cuyos fines se encuentra el de dar visibilidad a los delitos y tipos de delitos correspondientes cometidos contra la integridad de las mujeres puntualmente, perpetuando así el problema social que representa la violación a la integridad física, psíquica y moral de las féminas como individuos pertenecientes a esta sociedad, y por lo tanto, convirtiéndose en un problema de carácter ético que debería ser considerado y pensado por el conjunto en su totalidad.

 

El problema ético de la omisión en el discurso

Pero continuaré sobre la pregunta inicial ¿Cómo pensamos la violencia a partir de los problemas a los que nos enfrentamos?, y con esto me refiero a que, con más frecuencia de la que creemos pensamos en otras cosas contrarias a la violencia, y hasta incluso solemos validar discursos en donde la violencia aparece de manera explícita. Las reflexiones que expongo a continuación se relacionan con diferentes perspectivas filosóficas, las cuales fueron planteadas tomando en consideración la violencia como problema filosófico, además de ser base para repensar o replantearse el mismo desde el escenario presente, y vislumbrar un posible horizonte para una mejor postura frente al mismo.

Dominio inserto en las conductas individuales: Pensar en las conductas individuales puede ser un tanto incómodo o incoherente desde perspectivas particulares, como por ejemplo, la propuesta de Nozick que hace referencia a un Estado con características de tipo utópica en donde los individuos pueden elegir entre un universo de grupos seleccionando con el que más se identifican y cuyos miembros serán afines a éste, y por lo tanto descartando a aquellos que no se sientan identificados o que tengan una perspectiva menor a lo que plantea cada uno de esos grupos.  Siguiendo este hilo conductor, sería considerar el aspecto de la segregación como algo relevante para un grupo, es plantear la segregación como necesaria, lo que expone una sociedad excluyente; en cuanto al tema de la violencia, validar que sólo a “un grupo de mujeres” —por mencionar de alguna forma al movimiento feminista— les interesa velar por sus intereses particulares, sería un gran error en el que aún muchos individuos infringen lo que es la moral y la ética.

Para ello consideraré citando al Filósofo Roberto Hernández, en su definición de Ética o Filosofía Moral indicando que:

"es la reflexión filosófica sobre la moralidad...Emerge cuando el individuo ha pasado la etapa de la moralidad tradicional y la etapa de la moralidad interiorizada, y comienza a pensar por sí mismo en términos críticos y generales sobre las normas y valores que guían sus acciones." (Hernández, 2002).

De ésta forma, al examinar lo anteriormente expuesto en cuanto a las manifestaciones y tomas de decisiones de los individuos dentro de una sociedad como la planteada por Nozick, que  considera que sólo a “un grupo de mujeres” les interesa el asunto de la defensa de sus derechos y que además otros aspectos como la metaética no tienen un valor relevante en cuanto a la forma como se plantean, por ejemplo, cifras que contienen tanto a mujeres, como a otras personas dentro de un círculo familiar, o en cuanto al tipo de muerte violenta sin una definición específica, a mi juicio, se aleja bastante del planteamiento del profesor Hernández, así como a las mismas definiciones de ser persona que se plantea, por ejemplo Ferrater Mora[1] en su diccionario de Filosofía, y que son una muestra abismal de la falta de valores y de la moralidad interiorizada que poseemos como individuos en nuestros tiempos, así como la falta rigor en los términos críticos en escenarios que son de interés común y necesario.  

 

Terror como herramienta de control y sistema opresor: los planteamientos que sugieren el terror como herramienta de control son explicados en la Filosofía Contemporánea por el autor Maurice Merleau-Ponty contempla ampliamente algunos aspectos que relaciona con el Humanismo y el Terror, para lo cual citaré los siguientes extractos:

“significa que en períodos de tensión revolucionaria o de peligro exterior, no hay frontera precisa entre divergencias políticas y traición objetiva, que el humanismo está en suspenso y el gobierno es Terror” (Merleau-Ponty)

“Lo que en realidad es grave y amenaza la civilización, no es el matar a un hombre por sus ideas (se lo ha hecho a menudo en tiempos de guerra), sino hacerlo sin confesárselo y sin decirlo, poner sobre la justicia revolucionaria la máscara del Código Penal. En realidad, ocultando la violencia se habitúan a ella, la tornan institucional.” (Merleau-Ponty)

En primer lugar, el acto de protesta, de alzamiento de la voz, de manifestación contra las conductas erróneamente validadas por la sociedad durante períodos extensos de la historia, generan, en nuestro marco de análisis, que el movimiento feminista sea considerado como parte de esa tensión revolucionaria que “amenaza” como un peligro exterior, ajeno a la sociedad que no se involucra en las cuestiones problemáticas

relacionadas a la violencia de género. Entonces, si la manifestación no es pacífica, si se realiza en un marco contundente, el gobierno omite la manifestación y con ello se erige la opresión frente a la necesidad de parar de forma contundente las cifras que se incrementan en cuanto a las mujeres víctimas de violencia o muerte por violencia de cualquier índole. Si se omite la información suministrada, si se coloca en un espacio nublado en el que no es posible distinguir en cuanto a las pequeñas diferencias y su importancia de que todas sean destacadas, en cuánto al ámbito de la violencia contra la mujer se refiere, entonces, es el Estado quien está revistiéndose con esa máscara de la legalidad institucional aquello que debería de ser cuestionado por el Código Penal y desde la perspectiva ética moral de la sociedad.

Con esto, en ningún caso valido la violencia de la protesta, pero si intento visibilizar el grave problema que nos acaece en cuanto a la banalización de problemas que son fundamentales, no sólo para las mujeres, no sólo para nuestra sociedad panameña, sino para los seres humanos en donde quiera que habiten.

Otras formas de terror también han sido instauradas dentro de dinámicas comunicativas, que parecen superfluas y banales, y que parecen haberse estandarizado de manera natural insertándose en el inconsciente colectivo y controlando a la masa amorfa de manera desmedida. Prueba de ello, es la violencia en el lenguaje digital, que a través del uso de memes de diferente procedencia —ejemplo, memes de perros haciendo alusión a mujeres, uso desenfrenado del lenguaje sexual misógino contenido en la música, burla de personajes masculinos haciendo “mofa” del comportamiento de las mujeres en el día a día, — lejos de ser algo gracioso, es un problema de lo que reproducimos, del lenguaje inconsciente ¿o consciente? Con el que nos expresamos a diario, y que nuevamente nos habla de la gran carencia de valores de la que sufre el ser humano en nuestros tiempos.

Cuestiones de racismo/etnia y descolonización: el psiquiatra Franz Fanón, hace alusión a la relación entre colonizador y colonizado indicando:

“El colonizado está siempre alerta, descifrando difícilmente los múltiples signos del mundo colonial; nunca sabe si ha pasado o no del límite. Frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable. La culpabilidad del colonizado no es una culpabilidad asumida, es más bien una especie de maldición, una espada de Damocles.

Pero, en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado, pero no convencido de su inferioridad. Espera pacientemente que el colono descuide su vigilancia para echársele encima. En sus músculos, el colonizado siempre está en actitud expectativa. No puede decirse que esté inquieto, que esté aterrorizado En realidad, siempre está presto a abandonar su papel de presa y asumir el de cazador. El colonizado es un perseguido que sueña permanentemente con transformarse en perseguidor. Los símbolos sociales —gendarmes, clarines que suenan en los cuarteles, desfiles militares y la bandera allá arriba— sirven a la vez de inhibidores y de excitantes. No significan: "No te muevas", sino "Prepara bien el golpe". Y de hecho, si el colonizado tuviera tendencia a dormirse, a olvidar, la altivez del colono y su preocupación por experimentar la solidez del sistema colonial, le recordarían constantemente que la gran confrontación no podrá ser indefinidamente demorada. Ese impulso de tomar el lugar del colono mantiene constantemente su tensión muscular. Sabemos, en efecto, que en condiciones emocionales dadas, la presencia del obstáculo acentúa la tendencia al movimiento." (Fanon, 1983)

Se refería con ello a cómo se siente el colonizado y como, en el proceso el individuo no se hace consciente en su totalidad de su propio proceder. Fanón indica que el colonizado tiene la necesidad de colonizar, y éstas mismas dinámicas son puestas en práctica dentro de su mismo grupo social. Hay pues una necesidad de dominación interna hacia individuos que intentan colonizarle, lo que le impide seguir adelante en su proceso de Decolonización. Tengo la impresión de que hay un rasgo hegeliano de la dialéctica del amo y el esclavo en esta propuesta fanoniana. Pero volviendo al hilo del discurso, éstas dinámicas también se instauran dentro de los grupos de mujeres, o dentro de la sociedad femenina en general, y se expresa de diversas formas, como por ejemplo la validación de conductas misóginas o patriarcales en ambientes familiares, el juzgamiento a la mujer cuando elige no ser sumisa, rechazo a quien se muestra crítica, contestataria o con ánimo de hacer valer sus derechos, críticas  ante cuestiones relacionadas con los estereotipos de belleza, consideración de la procedencia étnica de las individuas, diferenciación o juzgamiento de las elecciones sexuales, así como también la profunda desvalorización del ser humano como ser moral en donde los rasgos de competencia, envidias y actitudes invalidantes parecen resaltar en contraste con los deseos que se tienen para sí mismas.  

Reflexiones Finales

A la pregunta inicial que se plantea como título de este artículo que indica ¿Pensamos la violencia?, la respuesta sigue apuntando a que, en efecto, no es un problema en el cual nos detengamos a cuestionar de forma seria y continua, por lo que es posible reafirmar la calidad del mismo como problema filosófico, y más aún como problema de índole social que nos acaece y del cual aún no alcanzamos a tener siquiera una consciencia generalizada. Irónico considerar en nuestros tiempos, en donde el discurso en los medios, utilizado incluso dentro de instituciones privadas y públicas, en el grueso de la masa independientemente de la clase a la que pertenezca, que aún la mujer no es considerada un sujeto total y completamente “digno” para conducirse en todos los aspectos de la vida como cualquier otro ser humano, y que las clasificaciones relacionadas con lo que se refiere al trato violento en sí son altamente perjudiciales, en la medida que se prolongan estos discursos y se siguen alimentando prácticas de carácter fundamentalista independiente del orden del cual procedan los mismos.

Es posible considerar que algunos de los caminos que nos llevarían a pensar más en nuestros actos particulares como violentos, para contrarrestarlos y disminuirlos es la difusión y la valorización de la mujer en sí misma. Si bien es cierto que se habla de la mujer empoderada en nuestros tiempos, esto no sólo hace referencias a las banalidades con los que se le asocia —y de las cuales ya me referí en puntos anteriores dentro de este mismo escrito— sino a la necesidad de forjar nuestros valores éticos y morales como individuos en nuestra sociedad, de manera transversal, en la familia, la escuela, el trabajo y todos los lugares en donde la mujer puede desarrollarse.

Otra manera de abordar la problematización de la violencia es profundizando en el conocimiento de las diversas Formas de expresión feminista y la necesidad de la visibilidad de las mismas. Comprender que hay un sinfín de expresiones nuevas en donde la mujer ha encontrado espacio, desde la trinchera del movimiento, y que apuntan a las diversas problemáticas que nos aquejan a todos, algunos a saber: feminismo ecológico, feminismo cyborg, feminismo institucional, feminismo artístico, entre otros.

Así también, la necesidad de hacer visibles y presentes estos grupos con la intención de hacer llegar a los entes gubernamentales las carencias a las que las mujeres nos enfrentamos, minimizar en lo posible el problema de la violencia desde lo político, estableciendo leyes que vayan en consonancia con el respeto del cual somos merecedoras, así como también el uso del discurso en un marco de respeto y dignidad, abrir más espacios para ser oídas y dar cabida real y tangible a las soluciones que se nos ofrecen.

Y finalmente, como mujeres, saber que nuestro trabajo es permanecer unidas, forjar la sororidad, y saber que esta lucha por el cambio del paradigma al cual nos enfrentamos frente a los problemas de la crisis civilizatoria al que la filósofa Urania Ungo se ha referido recientemente, en conferencia en la Universidad de Panamá, es un trabajo de todas, independientemente de los intereses particulares de cada una, de sus anhelos y deseos, de su procedencia étnica o su condición dentro de la sociedad, de su estatus social o nivel educativo. Todas somos mujeres, todas somos una. [2]


[1] Véase definición de PERSONA en FERRATER MORA, JOSÉ, Diccionario de Filosofía. Cuarta edición. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1958

[2] El presente ensayo fue escrito basado en la participación de la autora en la conferencia virtual realizada por el Grupo de Estudios Africanos y Afrodescendientes y el Observatorio de Género de la Universidad de Panamá, en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer del año 2.022. Puede mirar el vídeo completo de la conferencia, haciendo clic AQUI

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Bibliografía

Amorós, C. (s.f.). Feminismo y Filosofía. Madrid, España. : Editorial Síntesis.

Fanon, F. (1983). Los condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica.

Hernández, R. (2002). Ensayos sobre el Pensamiento Filosófico Contemporáneo . Panamá.

Merleau-Ponty, M. (s.f.). Humanismo y Terror. Buenos Aires, Argentina: Editorial La Pleyade.

Nozick, R. (1974). Anarquía, Estado y Utopía. Nueva York, USA: Basic Books, Inc.

Varela, N. (2008). Feminismo para Principiantes. Barcelona, España.: Ediciones B, S.A. .

 

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